Año 2014, treinta y nueve años ininterrumpidos
de democracia en esta, nuestra España. Treinta y nueve años de gobierno del
pueblo. Treinta y nueve años recorriendo un camino posibilitado por la férrea
decisión de un rey.
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Sanción de la Constitución |
Pocas veces la democracia había
sido avistada en esta piel de toro con forma de España a lo largo de su
dilatada historia. Ya fuese por la invasión de los presuntos cien mil hijos de
un Santo (de nombre Luis) enviados por una alianza también denominada Santa, por
los múltiples pronunciamientos militares contra Gobiernos de dudosa capacidad representativa,
por las profundas manchas que indudablemente producen el pucherazo y el
caciquismo en la tela democrática o por un oscuro e inestable tiempo, también
conocido como la II República, que tristemente llevó al nacimiento de las dos Españas
y desembocó en la que es, por desgracia, una de nuestras señas de identidad
históricas: una guerra civil, con su posterior dictadura.
Ya fuese por estos motivos, o por tantos otros
que a todos que acuden a nuestra memoria, apenas habíamos podido dar unos pasos
en el necesario camino de la democracia. Hasta 1975. Fue en ese histórico año cuando el entonces nuevo monarca,
siguiendo en todo momento los cauces legales exigidos, supo acabar desde dentro
con el entramado franquista y devolver las ruedas del país a la senda
democrática durante la Transición. A lo largo de todos estos años, el Rey ha sido,
además, el mayor defensor de la democracia española, como bien se demostró en
el 23 F, preservando, en todo momento, el orden constitucional y el Estado de
derecho, garante de las libertades y derechos de todos los españoles.
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Su majestad el Rey y su alteza real el Príncipe de Asturias |
El día 2 de junio de 2014, ese rey,
el rey don Juan Carlos I, anunciaba su abdicación a la corona de España. Como
su majestad ha sabido ver, llega el tiempo de una nueva generación, pues los
tiempos cambian y debemos cambiar con ellos. Debemos renovar nuestras ruedas
para avanzar de forma más rápida y más segura en el camino de la democracia, y,
para ello, es necesario seguir mejorando nuestro sistema democrático y nuestras
instituciones.
A lo largo de sus treinta y nueve
años de reinado, su majestad ha sido el
mejor embajador y el mejor representante de nuestro país. A lo largo de sus treinta
y nueve años de reinado, este país ha alcanzado sus mayores cuotas de progreso,
desarrollo y bienestar, incomparables a las de cualquier otra época, ni
siquiera cuando el Sol no se ponía en territorio español.
La historia acabará haciéndole justicia
y será recordado como uno de los mejores reyes de nuestra historia. Por suerte,
no creo que exista un mejor sucesor que el, ahora Príncipe de Asturias, futuro
rey Felipe VI.
Así pues, debemos tomar buen
ejemplo de este último servicio a su país de su majestad el rey, que a buen
seguro no será el definitivo. Debemos apostar por la renovación y la
regeneración, por el bien de España y de todos los españoles.
Majestad, gracias por todo.
Saúl Montequín Fernández
Secretario de Redes Sociales de NNGG Oviedo